lunes, 9 de septiembre de 2013

ACTO TERCERO

         El rigor contempla la penuria del inmenso cuarto tornasolado y despierto amanecer en capuchas desvestidas y sacrílegas marchas nupciales que se han dado sin conocer el furibundo carcomido paseo de espejos acerados y censurados. Peregrinar de arácnidos y maldicientes embusteros asechando y acosando algo que sigue en hígados infernales. Voluptuosos y cuadrados blancos se asemejan al retrato de personas diferentes al anochecer que se trago tu tristeza escondida, podrida de fomentar el absurdo aburrimiento y entre paradojas y espantapájaros los avechuchos de costras voladoras se pegan descansando en las ventanas de tu casa. Si llegase el risueño parco que te engendró sin abortar los sueños propios, seguro traicionarías tu espalda de buitre y tiburón; yo sin más que tus propinas de mentiras, psicología de bidet y masturbando los encéfalos dejarías tu uñas ensartadas en los pétalos sanos y telúricos. Constatación de que alguien navega y devela en las vergas de mi nave sobre un zafarrancho que suena y selvas púbicas y virginales, adulterio que fecundó un maltrecho hombrecito sin nada que comer más que la propia carne.

         Cuanto quisiera tu voz escuchar y en este ataúd de piedra, disimulado y oblongo, hospedarte en mi ombligo carcomido y musido. Yo, aprendiz del sapo culto que me enseña lo que antes se pensaba y todos quieren desechar. He ahí esa sabiduría desdeñosa fomentando la maldad desigual y sin equilibrio. De tantas formas e impertérrito esperaba un beso en aquella boca de labio espumosos y siniestros; pinta la punzó descalzo que caminas en las piedras calientes del volcán en seno perdido y es tu cuerpo el vestigio de una vez perpetrado el acto amatorio, cúpula y marmita que cosecha óvulos, la semilla indescifrable que crece y no ampara el futuro irresponsable, poco piadoso. ¿Que serás engendro maldito cuando abran tus vientres púbicos y nazcas de ti mismo?


         Ya hay un circulo rojo en el cielo y no es lo tu piensas, la esencia de lo que conoces puedes entender de estas palabras que emergen; pus y dientes rotos de apretar mandíbulas y sin esperar tu ayuda, burlas más lo inevitable y seco que dejaste marchitar tantos tiempos, esa capa blancuzca y fantasmal, atractiva, que es la nada.         

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