ACTO SEGUNDO
Muerte que resplandeces desde el final de un túnel, llamas
con tu luz allí, misteriosa luz de sombra y tanto es que tu belleza enalteces,
que el deseo es libre. Inspiras las imágenes pétreas que viven en los bosques,
y sin embargo el gran temor que te han inventado. El poeta, cuando joven,
quiere suicidarse porque no logra aguantar la vida. Pero no quiere morir por
poeta, quiere morir por joven. Poeta, eres ángel que viviendo solamente de
pobreza y luna comprendes los soles sobres las cabezas mundanas, y caminas por
ramblas, parques y villas en busca de tu alimento más preciado, el que cultivas
de los campos estériles y sucios. Todo ese cementerio prohibido, lleno de lobos
y palabras. De eso te alimentas para tu poesía.
Muerte es la palabra más bella, la del temor, la de la
parca que flota como un bufón absurdo, eligiendo cuerpos para la tierra
fecunda. Todos te aman y nadie te ve; yo te veo y nada ocurre. Soy tan viejo ya
que me parezco a voz. Toco mi rostro y noto mi calavera, toco mis piernas y
noto mis huesos. Veo en el espejo carne desnutrida, la que nadie quiere, la que
alguien mato cuando no era poeta, pero si era joven. Un poeta te lleva de la
mano, un poeta lleva puñales. El cree en revoluciones y en el arte, en la
estupidez humana. Se enoja, escupe al suelo, llora su agonía. Un poeta come lo
que encuentra y se preocupa por las flores. Un poeta toca los perros y contagia
su sonrisa.
Muerte como única palabra en el diccionario, sinónimo de
todo y resumen, que peligrosa estas (latente movimiento ventricular y rojo).
Fluye la bestia que hay en ti poeta, monstruo y preludio que espera en la
puerta de una tumba. Recuerda el puñal y el mendrugo que habitas; carcome tu
cerebro. Siempre has de estar triste, esa es tu felicidad, la única respuesta
que tienes para tu prosa, mierda terrenal y susurros de Dios para mediocres
hábitos. Que patético es tu mundo sin su compañía, necesitas saber que ella
esta ahí, rasguñando tu espalda. Oz y
objeto de sombras comparten tu cuarto y te amas a ti mismo.
Muerte y vínculo. Poeta y asecho. ¿Para que sirven tantas
palabras si hay un solo sentimiento? Vos y la inesperada sorpresa de saber que
existís. Dejo mis días pensando que decirte y nada alcanza. Tu perfección es
inconmensurable y no hay diferencia entre vos y ese cuervo negro. Un poeta
nació para ser laxo tus antojos, esa especial mascara de farabute enmohada y
risueña que a los ancianos invitas a murgar y luego los envuelves dulcemente en
sueños. Los poetas tienen zapatos feos y en el montgomery esconden listas de cosas que nunca harán:
decirle a mis padres que son mis hijos, que arrullen mi vejez. No hay poetas,
no hay ni buenos ni malos, hay personas que solamente mueren, aunque solo a
veces.
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