ACTO QUINTO
Hoy hay un
individuo: otro uno, solitario y prefiriendo estar. Angustia y ansiedad; la
tristeza te asesina. Anuncio para mariposas neónicas que se encienden al clic
de los sueños. Y el malabarístico hablar, lanzador de pétalos y flechas, diseñó
la carcaza y acapara todo el radio de su imperio grande y mutante, una línea de
murallas y serpientes que rodean los vacíos imberbes que creen saber misterios.
No son ciertos, pero ellos insisten con la evasiva; sofismo apagado y tan
ridículo para confiar. ¿Has notado eso? He llegado hasta aquí sin saber que
decir.
(Tan breve,
acotado. Siento que me voy; ya no estoy aquí. Soy insignificante a tal punto
que cuando quiero verme comienzo a llorar. No me gusta lo que soy; algo impide
mi avance. Tengo los grilletes puestos
más que nunca. Si los retirase volaría indómitamente y si… me llevarías
por los campos elíseos y te gustaría verme así, tan niño)
Cuantas
preguntas para un solo corazón que dejaste varado en el puerto del tedio.
Llamaradas y epidermis se combinan pero la quimera surge en las cosas más
triviales. Luchas perdidas y sigue el conteo…, los resúmenes verbales suenan
mucho mejor que tus recuerdos. Un desaparecido vuelve a eclipsarme el
paréntesis que tiene mi tiempo, alguien sin que yo rememore golpea una puerta,
insiste con su presencia y se va… así desaparece. ¿Qué es lo que veo en tu
sonrisa agotada? Hay lágrimas en mis cascadas transparentes, fuego congelado,
pétreo. El amor todo lo puede. Llegamos a relatar más que poesías incongruentes
y poco reales, una isla llena de misterios (otra vez esas palabra, creo que es
sinónimo de verdad) que se refiere a ciertas imágenes danzantes, donde lobos y
gitanos copulan y ahí me siento… si, misterio. Soy feliz navegando en mi
aquelarre anónimo, todo el siniestro mundo me consume y yo aullándole a la
luna, toda ficción enmudecida por la apariencia sintética de tus senos.
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